Paisaje.
Al pie de la barranca,
el lago dormitaba su estancada miseria prisionera de orillas,
los árboles danzaban
con sus ramas henchidas
obedeciendo el suave decreto de la brisa.
Parecía el crepúsculo más extraño y oscuro
al tenderse en las blancas paredes encaladas del antiguo convento de liturgia y plegaria
que arrojaba al silencio guijarros de campanas.
La mirada impasible de tus ojos morenos
humilló la desnuda flaqueza de mis lágrimas…
¡Y yo estaba tan sola con mi dolor de pájaro!
¡Tan indefensa y sola al pie de la barranca!
Lamiendo la escalera
el agua me llamaba con la voz misteriosa de su entraña de barro,
el sol agonizaba tras viejos edificios,
no se escuchaban trinos entre el follaje calmo.
La noche que llegaba fue el único testigo espiando la inocencia de mi amor inmolado
y me envolvió
piadosa
por que nadie sospeche que fallecí en diciembre…
sentada en aquel banco.
Al pie de la barranca,
el lago dormitaba su estancada miseria prisionera de orillas,
los árboles danzaban
con sus ramas henchidas
obedeciendo el suave decreto de la brisa.
Parecía el crepúsculo más extraño y oscuro
al tenderse en las blancas paredes encaladas del antiguo convento de liturgia y plegaria
que arrojaba al silencio guijarros de campanas.
La mirada impasible de tus ojos morenos
humilló la desnuda flaqueza de mis lágrimas…
¡Y yo estaba tan sola con mi dolor de pájaro!
¡Tan indefensa y sola al pie de la barranca!
Lamiendo la escalera
el agua me llamaba con la voz misteriosa de su entraña de barro,
el sol agonizaba tras viejos edificios,
no se escuchaban trinos entre el follaje calmo.
La noche que llegaba fue el único testigo espiando la inocencia de mi amor inmolado
y me envolvió
piadosa
por que nadie sospeche que fallecí en diciembre…
sentada en aquel banco.
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