Vidas paralelas
I
En su dúplex lujoso del vigésimo piso,
en el gris edificio de ladrillo y cemento
el dueño de la empresa disfruta de sus bienes tras las puertas trabadas con llavines de acero.
Su esposa lo contempla con mirada indolente
desde la lejanía de su sedoso lecho
mientras el viento airado silba por los balcones
y ellos hablan de nada en su idioma perfecto.
(No es noche para andar durmiendo a la intemperie
ni en las casas precarias que tienen los obreros)
Observan la TV con los ojos vacíos
y se liman las uñas
y cuentan su dinero
y actualizan su agenda
para evitar problemas de horarios con modistos o con el peluquero
destacando con rojo los tés con amistades,
las cenas de negocios,
las fechas de torneos.
Y luego se refugia
cada uno en su cama
a asumir los insomnios que les vienen de lejos
compartiéndolo todo
como es indispensable
en personas que habitan en un mismo silencio.
En su dúplex lujoso del vigésimo piso,
en el gris edificio de ladrillo y cemento
el dueño de la empresa disfruta de sus bienes tras las puertas trabadas con llavines de acero.
Su esposa lo contempla con mirada indolente
desde la lejanía de su sedoso lecho
mientras el viento airado silba por los balcones
y ellos hablan de nada en su idioma perfecto.
(No es noche para andar durmiendo a la intemperie
ni en las casas precarias que tienen los obreros)
Observan la TV con los ojos vacíos
y se liman las uñas
y cuentan su dinero
y actualizan su agenda
para evitar problemas de horarios con modistos o con el peluquero
destacando con rojo los tés con amistades,
las cenas de negocios,
las fechas de torneos.
Y luego se refugia
cada uno en su cama
a asumir los insomnios que les vienen de lejos
compartiéndolo todo
como es indispensable
en personas que habitan en un mismo silencio.
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