Compañeros.
Llegaste desde el sur,
de la pampa ordenada.
Vastedad absoluta impresa en la mirada abierta y generosa.
Con esas manos largas
brindándose sin treguas como la tierra arada.
Y yo bebí tu infancia de campos dilatados
con un trigo amarillo que crecía
cantando
igual que la calandria en las ramas del árbol.
Verde llanura verde bajo caballo manso.
Yo vine desde el norte.
La selva enmarañada me legó los misterios de sus duros crepúsculos
y ocultó los senderos que llevan a mi alma
con sus enredaderas de espesura compacta.
Te mostré mi niñez de impenetrables ramas
con su sol
extraviado en tenaces quebrachos,
con gritos de charatas surgiendo del follaje
para anunciar los duendes malignos de la tarde.
Recorremos
despacio
íntimas geografías
para encontrar el eco de verdades antiguas.
Me arrancas,
silencioso,
las espinas hirientes.
Escarbo con mis manos tu tierra humedecida.
Caminas mis regiones de tristeza en sigilo.
Busco
entre tus raíces
el canto de la espiga.
Y encontramos la selva que tus soles desnudan
mientras tu cuerpo amado
se pierde en mi espesura.
Llegaste desde el sur,
de la pampa ordenada.
Vastedad absoluta impresa en la mirada abierta y generosa.
Con esas manos largas
brindándose sin treguas como la tierra arada.
Y yo bebí tu infancia de campos dilatados
con un trigo amarillo que crecía
cantando
igual que la calandria en las ramas del árbol.
Verde llanura verde bajo caballo manso.
Yo vine desde el norte.
La selva enmarañada me legó los misterios de sus duros crepúsculos
y ocultó los senderos que llevan a mi alma
con sus enredaderas de espesura compacta.
Te mostré mi niñez de impenetrables ramas
con su sol
extraviado en tenaces quebrachos,
con gritos de charatas surgiendo del follaje
para anunciar los duendes malignos de la tarde.
Recorremos
despacio
íntimas geografías
para encontrar el eco de verdades antiguas.
Me arrancas,
silencioso,
las espinas hirientes.
Escarbo con mis manos tu tierra humedecida.
Caminas mis regiones de tristeza en sigilo.
Busco
entre tus raíces
el canto de la espiga.
Y encontramos la selva que tus soles desnudan
mientras tu cuerpo amado
se pierde en mi espesura.
0 comentarios