Puzzle.
Yo soy la nada,
el sueño,
la callada vigilia…
A veces imagino que tramo mis fragmentos
conjugando mezquinos deseos de volver a ser lo indivisible
pero,
pese al esfuerzo,
la unión es imperfecta.
Quiebran la soledad plenaria de mi máscara
agrietados senderos de infinitas cohesiones.
Y sólo la mirada solitaria del ángel
sobrevive al misterio de las yermas parcelas
en las que subdivido las antiguas regiones de mis mundos secretos,
cuando vela
esas pálidas adherencias gastadas de las frágiles piezas sobre el sucio tablero.
Mi sueño me diagrama.
Reúno las errantes partículas dispersas del solitario juego
y aliento mis despojos
todas las madrugadas
bajo el imprevisible párpado de silencio.
Yo soy el centinela de mi propio acertijo,
la sangrienta pupila que vaga por el tiempo
en su eterna tutela de destruidos encastres.
Soy el todo,
las partes,
la vigilia y el sueño.
Yo soy la nada,
el sueño,
la callada vigilia…
A veces imagino que tramo mis fragmentos
conjugando mezquinos deseos de volver a ser lo indivisible
pero,
pese al esfuerzo,
la unión es imperfecta.
Quiebran la soledad plenaria de mi máscara
agrietados senderos de infinitas cohesiones.
Y sólo la mirada solitaria del ángel
sobrevive al misterio de las yermas parcelas
en las que subdivido las antiguas regiones de mis mundos secretos,
cuando vela
esas pálidas adherencias gastadas de las frágiles piezas sobre el sucio tablero.
Mi sueño me diagrama.
Reúno las errantes partículas dispersas del solitario juego
y aliento mis despojos
todas las madrugadas
bajo el imprevisible párpado de silencio.
Yo soy el centinela de mi propio acertijo,
la sangrienta pupila que vaga por el tiempo
en su eterna tutela de destruidos encastres.
Soy el todo,
las partes,
la vigilia y el sueño.
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